Por María Fernández A. Directora de Capa Educando con amor
Para muchas personas, el simple hecho de escuchar la palabra rutina, puede traer a su mente la imagen de “aburrimiento”. Sin embargo, para los niños es la forma de prever su día y de ayudarlos a estar más estables y menos ansiosos, pues su cerebro busca patrones predecibles que los relaja, prepara y dispone para hacer las actividades.
Cuando los bebés llevan una rutina de comida – actividad – sueño, ésta les da cimientos sólidos para desarrollarse y aprender a lo largo de su día
. Al mismo tiempo, es de gran ayuda para que los papás identifiquen las necesidades de su hijo. Además, está comprobado que los niños que tienen una rutina estructurada durante el día, consiguen dormir mejor, lo cual es clave para su desarrollo físico y emocional.
Conforme los niños van creciendo y se van desarrollando, es recomendable que las rutinas se acompañen de rituales, por ejemplo: el abrazo de la mañana, el cuento antes de dormir, el beso de las buenas noches, la canción para meterse a bañar, etc. Este tipo de actividades crean conexión con el niño, lo cual hará que se establezca un vínculo más fuerte, mientras ayudamos a encaminar las actividades del día a día.
Cuando los niños saben qué les espera, colaboran mejor porque se predisponen y anticipan lo que se espera de ellos.
Lo ideal es contar con una rutina visual, pues las imágenes ayudan al cerebro del niño a predecir y funcionarán como un mapa que orienta su comportamiento. Lo ideal es dividir la rutina de la mañana y de la noche en 5 pasos que el propio niño podrá ir marcando como “hecho”. Esto le dará una satisfacción de deber cumplido, lo cual es una motivación intrínseca.
Cuando el niño consigue su rutina, lo ideal es decirle “¡lo lograste!, ¡vi que te esforzaste!, ¡choca esos cinco!”, no es necesario hacer comentarios como ¡eres el mejor! o ¡lo hiciste súper bien! y mucho menos, dar algún premio, pues lo que buscamos con esta actividad es que su propia motivación sea la que lo lleva a cumplir con sus actividades.
Es verdad que en ocasiones, nos encontramos con que los niños no quieren realizar las actividades de su rutina, para lo cual será necesaria la creatividad por parte del adulto y ante la oposición en ciertas actividades, ligar la acción a algo divertido y lúdico por ejemplo: ¿quieres irte a vestir brincando como conejo o caminando como elefante?, tu pez tiene ganas de ir a nadar, ¿lo quieres invitar a la tina?, etc.
Los principales beneficios que conseguimos cuando establecemos rutinas, son:
- Los momentos de berrinches se disminuyen en gran medida, porque el niño está preparado para la siguiente actividad.
- Nos ayuda a mantener un horario para ir a dormir, lo cual se traducirá en una mejor calidad de sueño.
- La buena calidad de sueño, nos ayudará a mantener un desarrollo adecuado en el que el niño consiga aprender.
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